Al año siguiente, los impenitentes viajeros vuelven a coincidir en el anfiteatro de Loreley. Y esta vez no van solos, les acompañan sus respectivas parejas quienes, como no podía ser menos, caen inexorablemente bajo el mágico e irresistible hechizo del lugar. Así, pasan a formar parte del equipo, las fotógrafas Agata Banska y Eden J. Garrido.
Allí nace un compromiso: regresar a Loreley cada verano y emprender una serie de proyectos juntos. Empezaba a gestarse el germen de lo que llegaría a ser Subterranea. |
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