Gorras, cintas, pañuelos, un gorro peludo y una chistera

Crónica del concierto de Bigelf, Bend Sinister y Jolly el 7 de noviembre de 2014 en la Sala Copérnico de Madrid.

 

Por: Patricia García

Fotografías: Eden J. Garrido

     Creas o no en los elfos, el pasado viernes siete de noviembre asistimos al esperado regreso de Damon Fox, el “gran elfo”, y sus chicos en la sala Copérnico de Madrid. Bigelf actuó por última vez por estos lares en 2009, acompañando a Opeth y Dream Theater en el Progressive Nation on tour. Si en aquella ocasión el artícife de la gira fue el inquieto Mike Portnoy, constantemente ideando e involucrado en proyectos, el trío de bandas que conforman este Into the Maelstrom Tour se articula de nuevo alrededor del batería.

     A finales de 2010, tras girar con Dream Theater, con Porcupine Tree y visitar Japón en agosto para tocar en varios festivales, tanto Ace Mark (guitarra) como Steve Frothingham (batería) decidieron abandonar Bigelf. Fox, desanimado e inmerso en problemas personales, puso fin al grupo. Fue durante 2011 cuando, tras la salida de Portnoy de Dream Theater, ambos se reunieron para tocar por diversión y volvió a surgir la chispa compositiva de Fox, espoleado por los ánimos de Portnoy. Así, anunció en septiembre de 2012 que un nuevo álbum estaba en camino: Into the Maelstrom, resultado del torbellino particular que Fox atravesó, salió en mayo de este año, con Portnoy a la batería.

     Por otro lado, tanto Jolly como Bend Sinister han teloneado a Flying Colors en sus giras norteamericanas -los primeros en la del disco debut y los segundos hace apenas mes y medio, en la presentación de Second nature-, por lo que suponemos que su presencia en este tour está ligada a la influencia del famoso batería.

     Si bien ambas formaciones han demostrado su calidad y buen hacer en otros escenarios, los neoyorquinos Jolly no terminaron de encajar en el show global. Comenzaron a tocar a las 20:15 h. con apenas un cuarto de sala ocupada, pero, eso sí, con un grupo de seguidores entusiastas y muy efusivos en el flanco derecho de la primera fila. Durante la media hora de actuación fueron ganando confianza; sin embargo, el sonido descompensado (batería atronadora y teclado apenas audible) y la reacción tibia del escaso público, no debieron motivar demasiado a Anadale y sus compañeros. Eligieron cuatro temas de sus The audio guide to happiness (pt I) y (pt II) –los cuales han tocado completos recientemente en Estados Unidos y en el ProgPower Europe holandés-, tres de la primera parte y uno de la segunda. ‘Where everything’s perfect’ abrió la velada: un medio tiempo lleno de detalles al teclado, con guitarras poderosas en contraste con líneas vocales casi dulces, que por desgracia suena mucho mejor en estudio que en directo. La única representante de su disco más reciente, ‘Dust nation bleak’, fue una elección más acertada. Es un tema más potente, con un gran papel del batería Louis Abramson, un estribillo coreable e interludios más delicados de ritmos cambiantes.

     El guitarrista y vocalista Anadale nos contó sus peripecias con furgonetas averiadas y esperas de diez horas en las autopistas españolas entre el segundo y el tercer tema, ‘The pattern’. A pesar de la entrega de los miembros del combo estadounidense, en especial el bajista Anthony Rondinone, y de la hipnótica melodía principal del tema, le faltó empaque y se echó en falta volumen al sonido del teclado. Para cerrar su parte sonó ‘Joy’, la cual adoleció de las mismas carencias que el tema anterior; Joe Reilly no es un teclista de melodías grandilocuentes pero sus líneas de acompañamiento a la guitarra y los ambientes que crea en los fragmentos más tranquilos suponen un porcentaje importante que, por desgracia, no se pudo apreciar debidamente.Tras el pañuelo rojo y la gorra de Jolly saltaron al escenario los canadienses Bend Sinister, con la cinta de inspiración india en la frente de su teclista y vocalista, Dan Moxon, y su bajista Matt Rhode tocado con un gorro de zorro o similar. Entonces comenzó la fiesta ¡y de qué manera! No es de extrañar que fuesen elegidos para abrir los conciertos de Flying Colors porque cualquiera con un mínimo gusto por el rock clásico aprecia inmediatamente el buen hacer y la diversión que desprenden estos muchachos de la Columbia británica. Formados en 2001 y con una carrera desarrollada en Canadá en su mayor parte, se encuentran promocionando su cuarto larga duración, Animals. Más allá de etiquetas y clasificaciones su música es buen rock, cargado de teclados y armonías vocales a cargo de las segundas voces de Rhode y del guitarrista Joseph Blood, con una base rítmica versátil y alegre y una labor de guitarra fina, refrescante y solemne si la ocasión lo requiere.

 

     Thunder and lightning’ nos introdujo de lleno en su sonido retro, de Hammond poderoso, ritmo trepidante a cargo de la batería de Jason Dana y estribillo ideal para el directo. Las primeras sonrisas empezaron a florecer entre la creciente audiencia mientras nos preguntábamos dónde se había escondido este grupo hasta ahora. Sin darnos respiro pasaron a un tema de su anterior L.P., Small fame; ‘Don’t you know’ recuerda a Supertramp y en él brilla el entrañable Moxon a la voz, secundado por un gran solo de guitarra.

     Su E.P. de 2010, Spring romance, estuvo representado por el tema de corte blues-soul ‘Things will get better’, más guitarrero y lleno de vitalidad. De esas canciones con las que no puedes evitar mover los pies y dar palmas, máxime cuando sobre el escenario los músicos lo están pasando tan bien. Otros tres temas de Animals continuaron caldeando el ambiente: el enérgico ‘Teacher’, un pelotazo con un último tercio magistral y que el bajista tocó subido en una de las barandas laterales de la sala; ‘It will never end’, de sonido más moderno y con cierta similitud a los últimos trabajos de The Black Keys; por último uno de los platos fuertes del disco, ‘Best of you’. Si Freddie Mercury levantase la cabeza vería que plantó bien la semilla con Queen ya que este tema es un dignísimo heredero del sonido de la primera etapa de la insigne banda inglesa. Pero, no contentos con ello, se marcaron para terminar una versión de ‘The logical song’ que nos dejó a todos rebosantes de felicidad. Apuntad: Bend Sinister, ¡menudo descubrimiento!

        El descanso para prepara el escenario, relativamente corto, se vio interrumpido por la ‘Marcha imperial de ‘La guerra de las galaxias’. A oscuras los integrantes de Bigelf fueron ocupando sus puestos y, una vez encendidas las luces, atacaron ‘The evils of rock & roll’, uno de los temas estrella de su anterior disco, Cheat the gallows. John Wesley, invitado de excepción a la guitarra (grabada en estudio por Luis Carlos Maldonado), tuvo su primera oportunidad de lucimiento y no la desaprovechó. El espectáculo prometía mucho, con un Damon Fox a los mandos y exultante en sus teclados, presididos por un pequeño Yoda, y el potente Portnoy a la batería. Al bajo continua Duffy Snowhill, un veterano compañero de Fox, tan eficaz como discreto en el escenario. Sin solución de continuidad repasaron ‘Madhatter’ y ‘Pain killers’, de su segundo disco Hex. Wesley volvió a brillar en el solo del primer tema mencionado, provocando los aplausos del público. “Pain killers” es un rock n’roll directo de melodía contagiosa, ideal para los cánticos de los asistentes y los habituales gestos de Portnoy. Se respiraba diversión en toda la sala y los elfos aprovecharon para introducir temas de su disco nuevo.

     El primero fue ‘Hypersleep’, con sus crescendos frenéticos de batería, una línea groovy de bajo y una actuación entregada por parte de Fox; si bien no es un vocalista excepcional sabe suplir sus limitaciones vocales en directo y lo da todo con los teclados analógicos que tanto le gustan. Lo que se llama un frontman experimentado.

     Alien frequency’ es un corte de estructura sencilla cuyo atractivo principal reside en el juego guitarra-teclado y en el enorme solo de batería. Obviamente, con Portnoy en el escenario esta canción no podía faltar y sonó espectacular. La tríada la completó ‘Vertigod’, más compleja en cuanto a ritmo pero igualmente rica en melodía. Hay que agradecer la profesionalidad y compenetración de los dos invitados puesto que sonaron perfectamente integrados.

     Para la siguiente canción Portnoy agradeció la oportunidad de poder tocar en parte de la gira, en un gesto educado y humilde, y cedió su puesto al hijo adolescente de Fox, Baron. Amigos, ya tenemos relevo generacional: sin inmutarse, con una larga melena castaña y camiseta de Led Zeppelin, el muchacho dio una lección en ‘Money machine’, del primer disco homónimo. Es un tema más oscuro y elaborado que la línea general de Into the maelstrom, con un gran trabajo de teclados.

   

     De vuelta a este último disco, y con Portnoy de nuevo, esta vez interpretaron la inquietante ‘Edge of oblivion’, vivida intensamente por el sombrerero loco y replicada por los numerosos cambios de ritmo y el psicodélico solo final de guitarra. Siguió el tema final del álbum, ‘I.T.M.’, el cual me alegró especialmente ya que no esperaba su inclusión y es uno de mis favoritos. Sonó más dramático en directo gracias al buen papel de Fox en los teclados y a la capacidad de la base rítmica para mantener la tensión durante las fases ascendentes, dejando explotar luego a un gran Wesley a la guitarra y no digamos a Portnoy. Grandioso.

     El contrapunto más ligero lo puso el single de Cheat the gallows, ‘Money, it’s pure evil’, en el que disfrutamos de otro gran solo de Wesley, con toques blues y desgarrador. Faltaba por llegar el tanque de ese mismo disco, un tema llamado ‘Counting sheep’: más de once minutos de progresivo retro, con tintes oscuros y reminiscencias a Ozzy en la voz, en el cual no falta ni sobra nada. Probablemente la mejor elección para terminar un concierto de Bigelf.

     Por suerte hubo bises sin que tuviésemos que pedirlos. Y muy bien elegidos para dejar un poso de energía en los asistentes puesto que se trataron del corte inicial del álbum presentado, la pegadiza ‘Incredible time machine’, y uno de los mejores temas de su tercer L.P., ‘Black ball’, hard rock guitarrero con grandes dosis de teclados y ritmo muy marcado ante el que es muy complicado resistirse. Doy fe.

 

     Un fin de fiesta espléndido, tras el que quien quiso pudo saludar a los miembros de Jolly, Bend Sinister y al mismo Damon Fox. Si alguna parada de esta gira os pilla cerca sólo puedo recomendárosla. ¡Larga vida a los elfos!

 

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